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Cerrando los ojos, transparencias, fuga;
un viento misionero sacude las ventanas.
Me gusta cuando callas, sinfonía de cuna,
comunión plenaria, de la noche a la mañana.
¿Qué sustancia es la tuya? ¿Qué te forma?
Para tí, de la colina, he cortado una flor.
Cisne de primavera, tengo hambre de tu boca,
ansias por tenerte y, bien... ¡aquí estoy!
Entre tus manos, táctica y estrategia,
la luna, blanca y llena, gira en el cielo:
repeticiones, primavera a la vista, regia;
mi corazón late y se siente satisfecho.
Me acostaré esta noche entre tus manos,
trataré de escribir en la oscuridad tu nombre;
nos comeremos el firmamento en pedazos
en el silencio redondo de la noche.
Quiero bajar al pozo, al espejo de agua,
traer de allí las estrellas reflejadas
y prenderlas todas en tus enaguas,
un viento misionero sacude las ventanas.
¿Qué es aquello que brilla y reluce?
Es, entre tus manos, la luz caída de la noche,
son los luceros que sobre tí puse,
eres toda tú, en pleno derroche.
No rechaces los sueños, por ser sueños.
Camina, bella, en la madrugada celeste,
cisne de primavera en el viento,
el sueño eres tú... ¡Encadénate!
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