Derramaré la luna sin miedo, al despertar
y cual si fuera un experimentado escultor,
la transformaré en lánguida estrella de mar,
para que se refugie en una canción de amor.
Con el alma intangible y serena, esperaré;
tan sólo una suave mirada habrá entre tú y yo.
Preguntarás por la luna y así, te confesaré
que en estrella la transformé e hice canción.
Si fuera preciso, derramaré la luna otra vez
para que no muera el amor y como un escultor,
la transformaré en el poema que ahora lees,
para ser declamado a tus oídos con mi voz.
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