Para el profesor Pablo Campos Jiménez
En el toque nocturno de tus diarias confesiones,
no juzgues amargo el amor, antes bien, llévatelo
aguas adentro, al río mensajero de las ilusiones,
llévatelo lejos en un velero, lejos, aguas adentro.
En el toque nocturno de confesiones, ahí búscame,
no juzgues el amor que termina ni tampoco tu olvido.
En el río de las ilusiones, acércate más y escúchame
lejos, aguas muy adentro, que yo aún no me he ido.
Así, en el toque nocturno de tus diarias confesiones,
no juzgues amargo el amor, inmediatamente bésalo.
Allá, muy lejos, en las aguas del río de las ilusiones,
búscame y comprueba que no me he ido... Recuérdalo.
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