Alzo mi versos cargados de letras
y brindo por todos ellos, los ebrios,
en cuya humanidad la sobriedad no entra,
por quienes vagan de calle en calle y padecen frío.
Conocedores empedernidos en eso de vinos y licores,
entre los humos del alcohol y los vapores de la cruda,
los pobres ebrios intentan desvanecer sus dolores,
pretenden que su realidad no sea tan dura.
Brindo por ellos con versos y rimas,
quisiera yo sus hábitos cambiar,
salud por los ebrios sin vino y con rimas,
qué pena, sus penas no puedo aliviar.
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